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Jorge Alberto Gudiño Hernández

05/12/2015 - 12:01 am

Ecos de la FIL

Hablar de la FIL implica caer en lugares comunes. Ya sea que se asuma una postura crítica o una entusiasta. Tal es el rango de las reacciones que provoca la Feria entre las decenas de asistentes que, de una forma u otra, terminamos escribiendo sobre la experiencia. En mi caso, ésta se ha ido ampliando […]

Hablar de la FIL implica caer en lugares comunes. Ya sea que se asuma una postura crítica o una entusiasta. Tal es el rango de las reacciones que provoca la Feria entre las decenas de asistentes que, de una forma u otra, terminamos escribiendo sobre la experiencia. En mi caso, ésta se ha ido ampliando año con año. La primera vez que vine fue como un lector cualquiera, deseoso de conocer la inmensa librería. Algunas ediciones más tarde volví como periodista, gracias a mi trabajo en Radio Red. Es un rol que no he abandonado aunque ahora ocupa menos horas durante mi estancia en Guadalajara. Pronto me volví presentador y participante de algunas mesas redondas. Por último, llegué como autor, pero esa experiencia también acumula matices; tantos como mi cuello que, desde hace algunos años, carga varias acreditaciones.

Hace tres días participé, por primera vez, en Ecos de la FIL. Cada año, la Feria lleva a quince autores a diferentes preparatorias de la región. Algunas están en él área metropolitana de Guadalajara y otras requieren traslados de un par de horas para ser visitadas. A mí me tocó una suerte de bachillerato con carrera técnica. En el camino me contaron que fue hasta este año que tuvieron instalaciones propias. No había mucha abundancia que presumir salvo por la espectacular vista de la ciudad que se tiene desde ahí.

No hay un programa, un guión ni una orden del día. Me senté frente a casi ochenta alumnos y les platiqué de mi experiencia como lector, de algunos detalles de mi ejercicio de escritor; casi nada de mis libros. La timidez fue la primera reacción cuando les ofrecí iniciar un diálogo. Yo había hablado unos cuarenta y cinco minutos. Supuse que tendría que hacerlo un rato más pero me interrumpió una mano en alto. Le siguieron muchas más. Platicamos otra hora y media.

La experiencia fue, por supuesto, enriquecedora. Al menos para mí, aunque me gusta creer que también lo fue para ellos. A fin de cuentas, platicamos durante casi dos horas y media sin que aparecieran señales evidentes de hartazgo.

La FIL puede ser muchas cosas. Tienen razón tanto sus detractores como sus entusiastas. Sin embargo, existen actividades dentro de su programa que son inmunes a las críticas. Ecos de la FIL es uno de ellos. De ahí que me sienta agradecido con la Feria, de ahí que me entusiasme volver el próximo año: sé que una nueva sorpresa aguarda para la próxima edición

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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